sábado, 11 de abril de 2015

Oro en pólvora

“Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa” escribió Sun Tzu en su célebre libro El arte de la guerra a finales del siglo IV a.C. Difícilmente hubiese podido imaginar que el curso de la historia vaciaría de contenido su frase. Es cierto que la beligerancia existe desde mucho antes que el capitalismo, pero éste ha logrado transformar la esencia misma de la guerra. En un mundo en donde el ánimo de lucro atraviesa ¿casi? todas las actividades humanas, esa idea de que “en la guerra no hay ganadores” merece ser revisada. Efectivamente hay quienes ganan –y mucho- en una guerra: los fabricantes de armas.  Y si en una guerra ganan bastante dinero, en muchas guerras ganarán mucho más. ¿Quiénes y cuántos son los principales fabricantes de armas? ¿Cómo aseguran la rentabilidad de su negocio? ¿Es correcto ganar dinero a expensas del sufrimiento y la muerte de terceros? ¿Acaso el rasgo distintivo del capitalismo, la propiedad privada, implica que la sociedad necesita armarse para protegerla a cualquier precio?  


El Complejo

En el mes de enero de 1961 el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower pronunció un discurso de despedida con motivo del fin de su segundo mandato[i]. Allí advirtió a la nación que “el gobierno debe cuidarse de la influencia del complejo militar industrial”. Para ese entonces Estados Unidos ya era la primera potencia militar del mundo, a pesar de que menos de cincuenta años atrás no contaba con una industria armamentística propiamente dicha. La participación del país en los dos mayores conflictos globales de la primera mitad del siglo XX había obligado a la industria civil a reorientar, de manera improvisada, su producción para proveer de insumos a las fuerzas armadas estadounidenses y aliadas. Dicha improvisación no podía continuar en la posguerra: era necesario contar con una industria bélica permanente. Y, lógicamente, ésta debía ser de enormes dimensiones. La Defensa es una función del Estado, pero bajo la lógica liberal capitalista subyace la idea de permitir y estimular la participación del sector privado y, obviamente, garantizarle la rentabilidad por hacerlo. En su discurso, Eisenhower señalaba que “anualmente gastamos en seguridad militar más que el ingreso neto combinado de todas las compañías estadounidenses. Esta conjunción de un inmenso establishment militar y una enorme industria militar, es nueva en la experiencia estadounidense. Su influencia total, económica, política e incluso espiritual, es percibida en cada ciudad, cada administración pública, cada oficina del gobierno federal. Reconocemos la necesidad imperiosa de su desarrollo, sin embargo no debemos dejar de comprender sus graves implicaciones.”. Los costos de investigación y desarrollo de la tecnología relacionada con la Defensa se volvieron tan elevados que sólo el Estado es capaz de financiarlos, agregaba el presidente saliente. Visiblemente incómodo, Eisenhower recordó a sus compatriotas que el objetivo de Estados Unidos debe ser la paz, la prosperidad y la libertad; y que la creciente influencia del complejo militar industrial representaba un peligro para la democracia.




Cifras que matan

Fabricar armas no es ilegal. Lógicamente se deben cumplir una serie de requisitos para poder hacerlo, pero no se trata de una actividad prohibida. De hecho, las empresas que se dedican a ello han demostrado que se trata de un negocio muy lucrativo. El sector privado fabrica las armas y el sector público las compra. Por supuesto que los particulares también pueden comprar armas (y efectivamente lo hacen), pero los misiles, aviones, submarinos, tanques y portaviones, por mencionar algunos ejemplos, son demandados exclusivamente por el sector público. El Instituto Internacional para el estudio de la Paz de Estocolmo (http://www.sipri.org) establecido en 1966 es, como su nombre lo indica, un instituto independiente dedicado la investigación de conflictos, armamentos, control de armas y desarme. Cuenta con una base de datos de consulta obligatoria para cualquier información que se desee conocer acerca de la situación armamentística del mundo. Lo primero que llama la atención al momento de buscar datos en el sitio es la aclaración de que no existe un consenso internacional acerca de qué constituye un “arma”. Los países del mundo no han logrado una definición única e incuestionable acerca de qué objetos deben ser considerados armas y cuáles no. Luego se advierte al lector que cada gobierno utiliza sus propios métodos para medir y recolectar datos del sector, lo cual imposibilita la homogeneidad de la información relevada por el Instituto. Finalmente, no todos los países producen información oficial sobre su industria bélica, pero aquellos que sí lo hacen explican el 90% del volumen total exportado de las armas de mayor porte. Con esta información, asegura el Instituto, se puede inferir el valor del comercio mundial de armas (estimado en USD43 billones), aunque probablemente la cifra real sea superior. En lo que respecta a datos agrupados por países puede destacarse que:

·         Del gasto mundial en armas durante 2013, Estados Unidos explicó el 37% y China el 11%, representando entre ambos países cerca de la mitad del total global. En tercer lugar aparece Rusia con un 5%, seguida de Arabia Saudita (3,8%) y Reino Unido (3,3%).

·         Los países que más exportaron durante el período 2010-2014 fueron: Estados Unidos con el 31% del total exportado, Rusia con un 27%, y luego China, Alemania y Francia con un 5% cada una.

·         India, con un 15% del total, encabeza la lista de los principales importadores de armas para el mismo período. La siguen Arabia Saudita y China (5% cada una) y Emiratos Árabes Unidos con un 4%.

·         El comercio internacional de armas experimentó una tendencia expansiva en el período 1970-1982 y se contrajo durante los siguientes veinte años para retomar luego su expansión, desde el año 2003 en adelante.

Según datos publicados por el Banco Mundial[ii] el gasto militar mundial representó en 2013 el 2,3% del PIB global, porcentaje que se mantiene relativamente estable desde el año 2005. Si consideramos el período 2005-2013, se observa que Estados Unidos destinó en 2010 el 4,7% de su PIB a gastos militares y desde entonces ha ido descendiendo hasta ubicarse en 3,8% en el año 2013. Rusia, por el contrario, ha incrementado su presupuesto militar pasando de un 3,2% en 2011 a un 4,2% en 2013. China y Reino Unido han ido en sincronía con el promedio mundial y para 2013 destinaban el 2,1% y 2,2% respectivamente de sus PIB al gasto militar. Argentina osciló entre el 0,7% y 0,8% del PIB a lo largo de todo el período observado.


Negocio bomba

La guerra no es gratis. Las injustificables pérdidas humanas y materiales son imposibles de cuantificar. Pero los ingresos de los fabricantes de armas pueden calcularse hasta el último centavo. Del Top 10 de las empresas productoras de armas y servicios militares seis son de origen estadounidense, una británica, una europea, una italiana y una francesa[iii].



Algunas de ellas se dedican casi exclusivamente a la producción de armas (BAE Systems, Raytheon) mientras que otras producen también otros bienes (Boeing, EADS, Finmeccanica). Tomemos el caso de las cuatro principales empresas de origen estadounidense y observemos cómo varió la cotización de sus acciones desde comienzos del año 2000 hasta hoy. Lockheed Martin incrementó el valor de su acción 889,63%, Boeing 284,15%, Raytheon 320,90% y Northrop Grumman 592,24%. Cifras que, por sí mismas, resultan impactantes. Pero ¿qué sucede si las comparamos con el índice Dow Jones, que reúne las acciones más representativas de la Bolsa y, por ende, sirve como referencia del total negociado? Pues bien, el incremento del Dow Jones para el mismo período fue de 58,99%[iv], muy por debajo de los valores mencionados previamente. Todo parece indicar que el negocio de la fabricación de armas es muy rentable.
Para lograr estos beneficios impresionantes, las empresas fabricantes de armas deben asegurarse que su voz llegue a oídos de quienes deciden sobre asuntos de Defensa, y para ello se valen principalmente del lobby. En Estados Unidos el lobby es una actividad legal y, por lo tanto, sujeta a regulación. La Asociación Industrial de Defensa Nacional (http://www.ndia.org) ha agrupado desde 1919 bajo distintas denominaciones, a empresas del sector armamentístico norteamericano. Hoy cuenta con aproximadamente 1.600 miembros corporativos y más de 91.000 miembros particulares del ámbito de la Defensa y la industrial nacional. Creada como una organización apolítica y sin fines de lucro, su objetivo es fomentar el progreso en la ciencia, la ingeniería, la educación y el manejo de la defensa nacional. Actualmente tiene como misión “Proveer un foro legal y ético para el intercambio de información entre la Industria y el Gobierno, en materia de Seguridad Nacional”[v]. Es a través de esta asociación que los contratistas del sector de Defensa le informan al Gobierno sus inquietudes acerca de la Seguridad Nacional. Para que el flujo de dinero hacia el sector no se detenga debe asegurarse una demanda permanente de armas, es decir, de conflictos. Y si no existen, se los crea. Y de ser posible, lejos de casa, como en Medio Oriente, por ejemplo. Estados Unidos, como se señaló, es el principal exportador de armas, mientras que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos figuran entre los principales importadores. La demanda y el suministro de armas parecen estar aseguradas.      


Miedo desmedido

Ulrich Beck[vi] considera que vivimos en un mundo en donde la histeria y las políticas basadas en el miedo son instigadas y agravadas por los medios de comunicación, dando origen a una paradoja: la promesa de seguridad contribuye al incremento de los riesgos. Cuando todo se “vende” como tan seguro entonces cada accidente viola las bases del derecho inamovible a la seguridad que fue prometida. Estamos, permanentemente, intentando anticipar y prevenir riegos cuya existencia, en muchos casos, no ha sido probada. Ante la producción de incertidumbres fabricadas que se presentan como insuperables, la sociedad necesita más que nunca confiar e insistir en el control y la seguridad. He ahí otra ironía. Los políticos pueden verse forzados a proclamar una seguridad que no pueden satisfacer, ya que los costos políticos por omisión son mucho mayores que los costos de sobrerreacción. Asistimos a la combinación de promesas estatales de seguridad y medios de comunicación hambrientos de catástrofes. Y entre ambos, el complejo militar industrial al que Eisenhower hacía referencia en 1961. El ansia de lucro parece haber relegado a un segundo plano a cualquier tipo de valoración moral o ética acerca de las implicaciones de la guerra. Hoy en día, contrariamente a lo enunciado por Sun Tzu, las armas parecen usarse incluso cuando hay otras alternativas.




[i] https://www.youtube.com/watch?v=CWiIYW_fBfY[ii] http://datos.bancomundial.org/indicador/MS.MIL.XPND.GD.ZS/countries/1W-US-RU-CN-AR-GB?display=graph[iii] El ranking no incluye empresas chinas ya que no se dispone de información fidedigna al respecto.[iv] http://yhoo.it/1I1pwJN?soc_src=default[v] http://www.ndia.org/AboutUs/Pages/default.aspx[vi] http://www.cidob.org/es/publicaciones/documentos/dinamicas_interculturales/vivir_en_la_sociedad_del_riesgo_mundial_living_in_the_world_risk_society

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